En el Camino Neocatecumenal vemos aparecer hoy un servicio humilde y esencial cual es el del cantor.
Él, en este itinerario de educación de la fe, tiene la misión de ayudar a crear la comunidad litúrgica o, mejor, de recrearla; de convertir tantas veces una pluralidad en una unidad de culto: «A una sola voz, con un sólo corazón y con una sola alma».
Culto espiritual que se expresa en la acción litúrgica de la comunidad: fuente constante, en nuestro caminar histórico, de lo más profundamente inocente: el sentimiento de nuestra maldad iluminado por lo inefable del amor de Alguien que nos ama así, que nos ama aunque hayamos sido sus enemigos; fuente de la conversión, fuente de la fe.